Esta pintura de Victor Dargaud se encuentra expuesta en el Musée Carnavalet de París. Muestra la Estatua de la Libertad de Bartholdi dentro de los talleres Gaget-Gauthier, en la rue de Chazalles, cerca del Parc Monceau (mapa de París). La colosal estatua fue montada provisionalmente en París antes de ser enviada por piezas a Nueva York, donde se inauguró el 28 de octubre de 1886 tras un laborioso proceso de montaje.
El blog Meridianos nos cuenta la historia del montaje de la estatua en Nueva York en su artículo “El cumpleaños de Lady Liberty“, a propósito de su 125 aniversario.
He aterrizado hace un par de horas en Berlín para asistir al Berlin Symposium on Internet and Society. De acuerdo con todos los indicios, este encuentro lo financia Google que ha invitado a un nutrido grupo de asistentes entre los que me encuentro. Quizá sea el Google style uno de los motivos por los que han elegido el NHow hotel, un hotel de la cadena NH con un diseño y filosofía muy acusados.
Lo mejor es ver algunas fotografías que creo no os dejarán indiferentes. Lo mejor está al final.
Entrada al hotel.
Vestíbulo.
Para el desayuno utilizan esta estructura que parece una nube. De hecho se parece al logo de iCloud de Apple.
Estampados en la pared que hacen difícil encontrar el botón para llamar al ascensor.
El ascensor es otra de las experiencias.
Los pasillos podrían darle una vuelta de tuerca popera a los de El resplandor.
La habitación como casi todo el hotel es rosa y azul. Más rosa que azul.
La televisión está dentro de un espejo. Dispone de más de 200 canales y de conexiones para todo tipo de artilugios digitales, incluyendo guitarra eléctrica y teclado.
¿Cómo no? No podía falta una galería de arte.
Con mobiliario que podría servir para la próxima renovación del hotel.
Y lo mejor, quizá ya lo intuíais. Tienen servicio gratuito de guitarras eléctricas para la habitación, pero la wifi en tu habitáculo cuesta como en los “mejores” hoteles a precio de sangre de unicornio. En fin, paradojas de este mundo digital en el que vivimos. Eso sí, en el vestíbulo la wifi es gratuita y muy rápida.
A ver con qué nos sorprenden mañana en el symposium.
Esta tarde noche he tenido la oportunidad de asistir a un concierto en la Sainte-Chapelle en París. La Sainte-Chapelle es una de las construcciones humanas más asombrosas que he contemplado. Una vez dentro la estructura exterior, semioculta dentro del Palacio de Justicia, se transforma en un prodigio de vidrieras y columnas tan estilizadas que parecieran un diseño Eiffel en la era de la ingeniería. El concierto de apenas una hora cubría tres clásicos: el adagio de Albinoni, el canon de Pachelbel y las Cuatro Estaciones de Vivaldi. Escuchar las dramáticas notas del Adagio de Albinoni en la penumbra de este sublime escenario, eleva el espíritu más allá de la bóveda azul estrellada de la capilla. Muchos siglos de historia nos albergan. Mi reflexión: somos los relevistas de la historia que llevamos de generación en generación el testigo de la cultura.
Para finalizar unos segundos de la interpretación del Canon de Pachelbel durante el concierto.
Hoy se ha secundado en París la convocatoria del 15O que se ha extendido por todo el mundo. Se han convocado reuniones en distintos lugares (Gare de Lyon, Gare de Châtelet, Gare d’Austerlitz, Gare du Nord, Gare Saint-Lazare) a las 14 horas para acabar confluyendo en el Hôtel de Ville a las 17 horas.
Me he unido a la manifestación en Hôtel de Ville donde he estado tomando fotografías y palpando el ambiente. Había muchos españoles, casi la mitad de los carteles que se podían ver estaban en español, otros tantos en francés y alguno más en portugués. La mayoría de gente tenía edades comprendidas entre 20 y 35 años aunque también personas de mayor edad. El número no era excesivo, quizá el doble de lo equivalente a las reuniones más concurridas de la asamblea de acampada Granada durante los días más álgidos del movimiento. Había policía atenta al acto y cortando el tráfico en las calle de acceso a la plaza. A continuación os dejo algunas de las fotos más interesantes que he tomado (aquí está el album completo).
Ayer conseguí hacer mis segundos 10 kilómetros corriendo. Esta vez la ruta ha sido algo más dura que la anterior que consistía en darle vueltas al parque. Inspirado por Álvaro, corredor que sube cuestas con la fe del converso, me lancé camino de la carretera de la Sierra para subir a la Alhambra por el acceso para vehículos. Dos kilómetros de cuesta con la promesa de un atardecer que se consume. Suena romántico, que no deja de serlo, pero es dura, aunque quizá no tanto como bajar de la Alhambra. Si te descuidas las rodillas sufren mucho, así que por alguna zona de escaleras preferí hacerlo andando.
Un pequeño gran reto para mí. Algo que espero repetir. Sobre todo por las vistas y por las estadísticas que consigo con Runkeeper, instalado en el iPhone. Con datos tan precisos como estos, ¿quién no sale a correr?
Hoy, día 21 de marzo, es el Día Internacional de la Poesía, coincidiendo con el equinoccio de primavera (más información en la Wikipedia y en Naciones Unidas). Ayer saqué de mi librería “La realidad y el deseo” del sevillano Luis Cernuda, un gran poeta con una obra moderna y tristemente marcada por el exilio tras la Guerra Civil.
Tras la Guerra recogió en sucesivas ediciones su obra poética bajo el título La realidad y el deseo. Correspondiente al libro Con las horas contadas (1950-1956), ayer hice mío este poema “Viviendo sueños”:
Tantos años que pasaron
Con mis soledades solo
Y hoy tu duermes a mi lado.
Son los caprichos del sino,
Aunque con sus circunloquios
Cuanto tiempo no he perdido.
Más ahora en fin llegaste
De su mano, y aún no creo,
Despierto en el sueño, hallarte.
Oscura como la lluvia
Es tu existencia, y tus ojos,
Aunque dan luz, es oscura.
Pero de mí qué sería
Sin este pretexto tuyo
Que acompaña así la vida.
Miro y busco por la tierra:
Nada hay en ella que valga
Lo que tu sola presencia.
Cuando le parezca a alguno
Que entre lo mucho divago,
Poco de cariño supo.
Lo raro es que al mismo tiempo
Conozco que tú no existes
Fuera de mi pensamiento.
El arte de volar comienza con estas palabras “Mi padre de suicidó el 4 de mayo de 2001″. Antonio Altarriba, un hombre con más de 90 años, decide poner fin a su vida lanzándose desde la cuarta planta de la residencia en la que se encontraba internado. ¿Qué se esconde detrás de esta muerte? Eso es lo que, tras años de indagación, reflexión y sufrimiento tratando de comprender, su hijo Antonio Altarriba nos narra en primera persona en esta historia. La historia de Antonio padre fue la de una continua derrota: nacido en un pueblo pobre y sin futuro en la provincia de Zaragoza, víctima de la Guerra Civil, luchador desde el anarquismo en el frente republicano, huido a la Francia donde sufre en campos de internamiento, luchador en la resistencia contra los nazis, regresado a la España franquista en busca de trabajo y paz sólo encuentra la opresión de un régimen beato e hipócrita que ahoga la dignidad de su utopía por un mundo mejor, traicionado por sus socios de trabajo. Finalmente, decide abandonar su matrimonio con una mujer piadosa y a la que ya no soportaba y decide romper sus ataduras. Se interna en una residencia donde la democracia le sorprende y vive el caciquismo en sus otras formas. Con todo nunca la historia de negación y sufrimiento deja de abandonarle. Sumido en una depresión, busca ser libre en una de las pocas cosas que aún le quedan, en el momento de su muerte.
Esta es la historia de Antonio padre que Antonio hijo nos narra a través de las imágenes dibujadas por Kim. Los dos Antonios se hacen uno en esta narración para contarnos en primera persona la vida de Antonio Altarriba. Escribe Antonio hijo en el comic:
Nadie sabe como un hombre de su edad y en su estado pudo burlar los controles de vigilancia, subir hasta la cuarta planta, encaramarse a una ventana y arrojarse al vacío… Yo sí sé cómo lo hizo… Soy el único que puede saber cómo lo hizo… porque aunque no estaba allí, estaba en él… Siempre he estado en él porque un padre está hecho de sus hijos posibles… y yo soy el único hijo que le fue posible a mi padre… desciendo de mi padre, soy su prolongación y, cuando todavía no había nacido, ya participaba, como potencia genético, de todo lo que le ocurría… por eso sé como murió… y también cómo vivió… Me contó muchas veces sus peripecias… incluso, para paliar los primeros síntomas de la depresión, le insistí en que las escribiera. Dejó doscientas cincuenta cuartillas de letra apretada y rebosante de recuerdos. Pero lo que sé de él no es por haberlo oído o leído… lo que sé de su vida es porque, como he dicho, yo estaba en él o, quizá, era con él… y ahora una vez muerto, él está en mí. Así que puedo contar su vida con la verdad de sus testimonios y la emoción de una sangre que aún corre por mis venas. De hecho voy a contar la vida de mi padre con sus ojos pero desde mi perspectiva.
Anoche, en el marco del XVI Salón Internacional del Comic de Granada, hicieron una actuación con música al piano y Kim pintando, con las palabras emocionantes de Antonio Altarriba y con las imágenes del comic. La obra El arte de volar ha sido galardonada, entre otros premios, con el Premio Nacional del Comic 2010. Sus valores artísticos son indudables. Su testimonio vital más allá aún permite rescatar la memoria de uno de los muchos hombres y mujeres maltratados por el siglo XX.
Al final del acto, ambos autores me dibujaron y firmaron el ejemplar del comic.
Kim
Antonio Altarriba
Antonio firmó: “Para Esteban, con afecto, este libro en grises pero que contiene los colores de la ilusión y la utopía”. Así es.
Tratando de desentrañar la maraña de usuarios, contraseñas, servicios, etc. que he empleado a lo largo de los últimos 5 años he descubierto la versión anterior de este blog, cuando todavía estaba alojado en Blogspot: http://polisea.blogspot.com/
Ahí sigue varado en un servidor de Google. ¿Me pregunto si me sobrevivirá (pasados muchos años)?
De noviembre de 2010 a marzo de 2011 se desarrolla en el Parque de las Ciencias de Granada una exposición con el título “Arquitectura escrita” en la que se recrean mediante diversas maquetas algunos de los espacios arquitectónicos imaginados por la literatura. Entre ellos encontramos significativos lugares simbólicos como la Utopía de Tomás Moro, la Atlántida de Platón o el Panóptico de Jeremy Bentham. Están también presentes escritores como Swift, Defoe, Goethe, Balzac, Verne, Zola o Dickens. Ya en el siglo XX no faltan las referencias a Umberto Eco, Federico García Lorca, Borges o Italo Calvino.
Es una exposición que recomiendo especialmente para los amantes de la literatura y para aquellos que quieran acercarse a alguna obras clásicas a tráves de las interpretaciones arquitéctonicas que incluyen. Estas fotografías incluyen algunas de las obras que más han llamado mi atención.
No deja de ser llamativa la fascinación del ser humano por el azar. Suerte a la que otros llaman destino. Hoy releo esa alegoría de la sociedad que es “La lotería en Babilonia“, de Jorge Luis Borges.
Si la lotería es una intensificación del azar, una periódica infusión del caos en el cosmos ¿no convendría que el azar interviniera en todas las etapas del sorteo y no en una sola? ¿No es irrisorio que el azar dicte la muerte de alguien y que las circunstancias de esa muerte la reserva, la publicidad, el plazo de una hora o de un siglo–no estén sujetas al azar?
Últimas horas de la última noche en Amsterdam, antes de coger un vuelo a las 10 de la mañana que me llevará, vía Barcelona, a Granada. Al vivir las cosas desde la distancia, sus dimensiones parecen siempre irreales. Los eventos se magnifican o se ningunean. A veces nos llegan las voces y otras tan sólo los ecos. Esta semana ha sido triste porque Enrique Morente se marchó.
Es triste pensar que reconocemos el mérito a las personas cuando fallecen; sin embargo, no siempre es así. Hace años que Enrique me ganó a través de un disco que en el año 1996 le granjeó muchas críticas y sinsabores. Ese disco es historia; para mí, una de las mayores obras musicales del siglo XX, Omega. Omega es una obra fronteriza, es un nodo en el que se conectan múltiples caminos: poesía, Lorca, rock, flamenco, Leonard Cohen, Granada. La narración que forja esas conexiones, gravitando sobre una canción llamada “Pequeño Vals Vienés”, representa buena parte de mi pequeño universo.
Pequeño Vals Vienés es un poema de Federico García Lorca, al que Leonard Cohen puso música adaptándolo en su bellísima canción Take this waltz. Lorca, Cohen y luego el flamenco eléctrico de Morente que cantó ese poema como segundo tema del disco. También Ana Belén cantó Pequeño Vals Vienés en “Lorquiana”. Y con ellos, otros muchos en diversas lenguas. El poema es una composición lírica de evocadoras imágenes surrealistas que se conjugan en una profunda declaración de amor.
De la admiración a esta joya de la poesía y de la música llegué a disfrutar de todo la obra Omega, una y otra vez, con el Poema para los muertos, el Aleluya de Cohen, Ciudad sin sueño, Manhattan… Morente era un maestro tan grande del cante flamenco que pudo trasgredir las fronteras de su disciplina y llevar a cabo el mayor ejercicio de rebeldía, en sus propias palabras, ejercer “simplemente la libertad de ser honesto”. Enrique cantó a Lorca, a Miguel Hernández, a Luis Cernuda… motivos suficientes para amar su obra. Excelsa es su interpretación de Donde habite el olvido.
Aún más, en Enrique confluyen otras pequeñas mitologías personales. Hace apenas un año que asistí junto a mi hermana al concierto homenaje al gran Antonio Vega. Allí estaba él, dejando pequeños a los más de 20 artistas que lo precedieron. Su interpretación de Ángel caído, tema que aparecerá en su próximo disco, nos elevó por encima del Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid hasta algún tipo de auditorio divino donde sabíamos que Antonio también escuchaba al maestro. Esa fue la primera vez que lo escuché en directo.
La segunda y última fue este verano, en Íllora, durante el Parapanda Folk. Fue para mí un momento único, de extraña espiritualidad, conducido por la voz cósmica de Morente, una fuerza capaz de crear un universo. Cantó temas de su nuevo disco que estará dedicado a Picasso. Nunca llegué a escuchar un tema de Omega, nunca escuché Pequeño Vals Vienés.
Por esto Enrique Morente es tan grande, como inmenso su vacío. Estas palabras de recuerdo y admiración van para él. Hay personas que nunca llegas a conocer pero que hacen tu vida distinta, no quizá en el relato de los eventos, pero sí en la memoria que esculpe la verdad íntima de nuestras vivencias. Mañana regresaré a la Granada en la que aún pervive el dolor sordo de su partida. Granada, no siempre generosa con los suyos, esta vez se ha puesto de luto para recibir al que aún no debía haber llegado. Me despido con el verso de Carlos Cano, otro granadino que se nos rompió antes de tiempo, el verso de la Habanera imposible con la que Estrella despidió a su padre: “Granada, no tengas miedo / de que el mundo sea tan grande, / de que el mar sea tan inmenso.”
Granada siempre será la memoria de Enrique, la Granada de Lorca y de Carlos Cano.
Regresar a Bruselas es un antídoto contra el silencio. Despierta mi memoria y me devuelve a las páginas que en otros años fueron de reflexión y de desahogo. Vuelvo a casa de Rebeca tras pasear por la ciudad, comer en Le Perroquet y comprobar que el tiovivo más bonito del mundo sigue girando donde siempre ha estado, en mi recuerdo. Enciendo el ordenador con la firme resolución de expresar esto con algunas palabras más que las que permite la inmediatez del Facebook. Esta vez no caben en un par de líneas y, aunque cupieran, quiero guardarles un lugar de honor. Entro en mi blog, abandonado, de nuevo, hace más de un año y me sorprendo al comprobar que lo que escribí entonces es prácticamente lo mismo que puedo escribir hoy. El 14 de septiembre de 2009 acababa de aterrizar procedente de Bruselas y por la noche tuve la fortuna de escuchar a Leonard Cohen en Granada. Ahora estoy de nuevo en la ciudad y Cohen lleva acompañándome más de lo habitual las dos últimas semanas.
Volver a Bruselas es descubrir que hay lugares cuya materialidad se deshace para renacer esculpidos en el marmol de la memoria. Paseo por el mercado navideño de Saint Catherine y de pronto soy incapaz de recordar que no he estado allí desde hace dos años. El tiempo no es lineal, eso es una falacia. Pensar que el tiempo es esa flecha que se dispara al futuro engaña a la evidencia. El tiempo que no es tanto su realidad física, sea cual sea, sino nuestra vivencia del mismo, es una espiral en la que distintos fragmentos de recorrido se superponen y se intercambian. Nadie recuerda su vida por años. El olvido nos ahorra ese tedioso trabajo. El tiempo no es lineal porque olvidamos los detalles y nos aferramos a lo sustancial. ¿Qué es lo sustancial? Para mi, hoy, ese tiovivo que no ha dejado de girar desde que hace dos años lo descubriera. ¿Cuánto tiempo llevaría girando?
Nuestro tiempo humano es sólo un cuadro de Escher. Sólo Funes el Memorioso vive la vida como una sucesión de eventos.
Hay días propicios para el comienzo, para volver a empezar, agarrándome de nuevo a este espacio de reflexión personal, de diario personal de aquella manera, tan abandonado desde hace tiempo. La distancia reclama otro tipo de presencias. Cuando la vida pierde los testigos de lo cotidiano, uno mismo ha de ponerse un espejo delante para saber qué y cómo se camina.
Hoy es un día propicio, que empezó a las 5 y media de la mañana en Ixelles. En la fresca noche que anticipa el alba en una ciudad, Bruselas, mi otra ciudad, lucían las estrellas allá arriba y guiñaba la luna su ojo. Un taxi. Dos vuelos. Tres horas sentado en un sillón en el cielo. Vuelta a Granada. Vuelta al trabajo dejado aquí. Breve encuentro con amigos. Y concierto de Leonard Cohen.
Es un buen día para recomenzar, el día en que Leonard Cohen por fin cantó para mi Take this waltz. Llámalo felicidad.
No es la primera vez que publico esta canción, pero quizá sí la primera que es mía de verdad. Una sonrisa con la emoción de saber que hay algunas palabras que ya por siempre forman parte de mi corazón.
Entrada al hotel.
Vestíbulo.
Para el desayuno utilizan esta estructura que parece una nube. De hecho se parece al logo de iCloud de Apple.
El ascensor es otra de las experiencias.
Los pasillos podrían darle una vuelta de tuerca popera a los de El resplandor.
La habitación como casi todo el hotel es rosa y azul. Más rosa que azul.
La televisión está dentro de un espejo. Dispone de más de 200 canales y de conexiones para todo tipo de artilugios digitales, incluyendo guitarra eléctrica y teclado.
¿Cómo no? No podía falta una galería de arte.
Con mobiliario que podría servir para la próxima renovación del hotel.
